Reclamaciones de la memoria


Caso Juzgado

—El amor es ciego, es ciego, porque es capaz de matar.
No soy culpable, la maté por amor, y de amor está lleno el cielo.
Allá van todos los muertos de amor.
Imploro el favor de ustedes, que nada saben de estas cosas:
¡Déjenme ir! Quiero volver a amar, cuidando mis manos
de no mancharse más. Y que Dios del Cielo sea quien me juzgue
y me perdone ella que está a su diestra.


 La muerte es presente siempre 

Se bañaron en el mar y caminaron por la playa abrazados,
los besos no faltaron, se sentían cerca del cielo.
De regreso al hotel, se ducharon, vistieron ropas ligeras
y se aprestaron a cenar.
En medio de la cena, cuando la mujer llevaba a su boca
un pedazo de pescado, dobló la cabeza y se quedó inmóvil,
sin respiración, murió al instante.

Su compañero palideció, sus ojos se encharcaron, los enjugó,
miró fijamente a la muerta, y pensó en voz baja:
“No hay diferencia entre el primer hombre que murió y este
que muere hoy: ambos están muertos, igualados en el tiempo.
Amada, mañana yo moriré también, mañana será hoy para los dos;
la muerte es presente siempre, borra la línea divisoria del tiempo:
no muere”.


Por fuera de la humana razón 

Allá en ese continente hermoso, extraño y azaroso,
las fieras se pelean entre sí  por los animales que otros
acaban de matar, o por la carroña.
El león más fuerte domina a los demás, los aglutina en torno suyo,
y al que se le resiste lo mata.  Él es el que copula, el que engendra.
Y aquí entre los animales humanos pasa lo mismo.
los presidentes son  viejos  zorros, leones desmelenados
que se sacuden las críticas como moscas y remueven contradictores
en democracias sumisas, adoctrinadas, para que ganen los más hábiles en componendas,
que no suelen ser los más capaces, los más inteligentes, sino audaces adinerados,
diestros en reparticiones que hagan de otros sus aliados…

Fieras y hombres instintivos y crueles en sus dominios territoriales.
¿Dónde está la humana razón? Asfixiada por ese componente de poder que
cada hombre tiene bien enquistado en su adentro, y que es propio de
todos los animales.

     

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Una reflexión sobre la poesía

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     Existen versos y poemas que parecen provenir de regiones ignotas y escritos no por hombres sino por dioses, la impactante belleza de esos poemas emerge de la forma como llegan y se estructuran las palabras en el contexto poético. La poesía viene de “un más allá”, la cubre un halo, una sombra transparente de lo sublime, y lo sublime es la belleza de la que siempre está impregnada, la poesía, el poeta es su médium, es el sujeto del encantamiento originado por ese misterio que lo eligió a él como depositario; y nada que sea tan falaz como confundir el llamado poético con un acto de aprehensión. La poesía es silencio, que no es la mudez o la negación absoluta del sonido, sino la restricción, por escogencia, de la palabras, en la clarividencia de un estado de ánimo inspirado, es el repudio a la palabrería malsana, dañina para la salud de la poesía: la mata, y ello es la razón esencial que la distingue de los otros géneros literarios: el teatro, el cuento, l...
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