Versos de entretiempo


Animales del pantano

Tradiciones que no se desatan,
son como cordeles en el cuello de ahorcados aplazados.
Se tambalean, babosean y se estropean cruelmente
con la mano y con la voz para saludar al nuevo tiempo
que es el mismo, como lo son también los deseos de su espera.
Aumenta el sufrimiento en medio de risotadas, estrépito
y algarabía.
Lloran los inocentes su instante final sin explicárselo.
Gritos y movimientos entumecidos se mezclan a su dolor;
mientras los enclenques de espíritu caen al piso,
lo único que miran sus ojos terrosos;
incapaces de elevarse se arrastran en el cieno de su miseria.

Animales del pantano, nadie les pronunciará el castigo,
el cielo se les invertirá, vacío, porque nunca lo miraron
y caerán en lo más hondo como fueron en vida sus descensos.


Ofrecimiento para alguien sin identidad

      Le dijeron que ya había cumplido su condena y que le tenían  reservado un  lugar paradisíaco para que continuara  en su eternidad; y él respondió: “No abandonaré mi río, ni  mi laguna, ni este abismo sin fondo, ni la gran puerta de entrada a mi palacete. Quiero continuar recibiendo y entrando gente, toda esa gente que se identifica conmigo, ¡es tanta!, y su máximo gusto es venir y no regresar. Dios está solo y yo siempre estoy acompañado. Ya no siento el fuego, me  he acostumbrado a él, y  no me consumo. Miren  no más mis ojos, mis dientes…, mi cuerpo  entero despide fuego; soy casi eterno, tuve principio pero no tendré fin, y la eternidad anestesia; de tanto ser en ella, cesa el dolor y se pierde la identidad. No sé quién soy”.


Palabras de un muerto

—Morí hace 3.700 años y parece
como si hubiera sido hoy.
Es que estoy aquí donde el tiempo
se ha disuelto y no he muerto.

     

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Una reflexión sobre la poesía